Carta de Amor
Podría empezar esta carta
saludándote, preguntándote qué tal, pero me imagino que no muy bien, aunque el
cartero, el portero de tu bloque, la anciana con la que te cruzaste ayer por la
calle, y todos aquellos a los que ves todos los días piensan que estas bien, ya
que engañas con esa sonrisa que sobrepones a tus labios, esos que ya están
agrietados de tanto mordértelos cuando lees esa novela de amor que llevaba dos
meses cogiendo polvo en esa estantería de los años setenta de tu piso
alquilado, o cuando ves a todos esos enamorados en el parque que hay de camino
al bar donde trabajas.
Me gustaría profundizar contigo
sobre la razón de esa sonrisa fingida y el porqué de que nadie se da cuenta de
que es así, ¡De qué manera nos tienes engañados a todos!
Sé que estos últimos meses no lo
has pasado bien, que no estas trabajado en lo tuyo, aquello que estudiaste y
que consigue completarte, también sé que tienes a tu familia más lejos de lo
que te gustaría y que te resulta difícil hacer la maleta y hacer un viaje a la
casa de tus padres, porque después de tres meses no sabes cómo te van a
recibir, ya que desde que tuviste que contarle todo por lo que pasaste durante
ese año que supuestamente disfrutabas en pareja, a tus padres y hermanos se les
cayó el mundo, aunque tu hermano te sigue preguntado todas las semanas qué tal
y te pide que vuelvas, que estos meses sola en una nueva ciudad intentando
crear una vida nueva sería más fácil si la vivieses junto a los tuyos… Sé que
cuando vas a dormirte y cierras los ojos sigues recordando sus palabras, sus
manos apretando tus muñecas o todo las mentiras que pensaste para que nadie se
diese cuenta de los daños que te causó…
Cualquiera entenderá tu sonrisa
prefabricada…
Menos mal que pudiste salir de
ahí, amiga… Cada vez admiro más la fuerza que tuviste, el coraje, y las ganas
de vivir que te brotaban después de cada pelea, aquellas que te hicieron acabar
con todo eso, que no debería de haber durado ni un milésima de segundo, cada
vez que lo pienso… un año, un año aguantando en tu piel todo aquello de lo que
habías escuchado hablar en las noticias, que pensamos que nunca nos va a pasar,
eso que nunca te imaginas que hará la persona de la que te has enamorado;
siempre tuviste sensibilidad con las personas que lo pasasen mal, siempre
intentabas ayudar, incluso durante la universidad estuviste de voluntaria en la
asociación de al lado de tu casa, que si no recuerdo mal, pretendía mejorar el
desarrollo social de personas con síndrome de Down, me acuerdo que cuando se hacía
visible algún caso de violencia de género, se te partía el alma y reivindicabas
los derechos de las mujeres por todos lados, casi siempre incluyendo alguna
frase de Frida Kahlo, como esta que me recordará siempre tanto a ti; “Si pierdes a la persona que tienes a
tu lado, puedes volver a recuperarte. Si te pierdes a
ti misma, tendrás que empezar desde cero”, con la que pedías que nos
pusiéramos por encima de todo, que fuésemos nuestra prioridad. Y tú, querida
amiga, tuviste que vivir todo aquello que ninguna nos podemos imaginar.
Y por todo esto, por seguir con
fuerza, con intentar que esa sonrisa casi cogidas con pinzas todas las mañanas,
sea sincera algún día cercano; te escribo esta carta, para que te des cuenta de
todo lo que vales, de que te mereces todas las cartas de amor del mundo, que
esos enamorados que te cruzas no se quieren ni la mitad de lo que te quieres a
ti misma. Te distes la mayor oportunidad
que jamás podrá darte nadie, vivir, disfrutar, seguir hacia delante, pasar
página, y todos aquellos verbos positivos que aparecen en tu vida después de
haber dejado atrás situaciones que solo generaban dolor.
Este catorce de febrero, “día de
los enamorados”, espero que pienses y te acuerdes en todo lo que has hecho por
ti, todo aquello con lo que has conseguido mejorar tu vida, todo lo que te
quieres y te des cuenta de que no te hace falta más, que lo has logrado, que
eres libre, que eres tuya, parafraseando a Frida, que no te has perdido a ti
misma, así que puedes recuperarte.
Para todas las mujeres, quiéranse, quiéranse mucho.
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